viernes, 12 de marzo de 2010

MORIR DE AMOR


Sentado al borde del acantilado
pensaba solo y triste en mí ser,
pues no era para menos,
lamentaba tu abrupta partida.

La impotencia embarga mi alma
al no poder alcanzar tu cuerpo,
que el mar bravo me arrancó
de mis manos sangrantes de pasión.

Miré tu fotografía,
sentí nostalgia inmensa y
tuve tanta rabia verte
que el mar te cautivaba.

Este amor intenso y puro
como manantial de cristalinas aguas
recorre su cause sin cesar
derramando aromas de dolor
por la irreparable pérdida
de parte de mi vida.

Dios mío porque me castigas
si sabes que ella es mía.
solo me quedará esperar
que algún día la devuelvas y
así mi corazón atormentado
tendrá infinita paz.


Jorcaman

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