Sentado triste frente al mar
miraba con profunda nostalgia
su horizonte perdido y sentir sus olas
como rayos que centellan.
Lágrimas brotaban de mis ojos y
no podía contenerlas,
pues mi doncella adorada
el mar se lo había llevado.
Rogué tanto a Dios
para que la devuelva y
tanta fue mi devoción
que al mirar su horizonte
el mar embravecido
a mi doncella devolvía.
Oh mar inmenso, bravo y bondadoso
te fijaste en mis lamentos y mi dolor,
pues gracias a ti entre mis brazos
acaricio al ser que más amo y
haz aplacado el latir incesante
de este sufrido corazón.
Jorcaman
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