miércoles, 24 de marzo de 2010

AL MORIR LA TARDE




Al atardecer miré tu rostro
cayó mi mirada en viejo centinela
que aguardo tus besos en playas
de lejanos mares.

Y mi corazón de su viaje
como valija que deja el tren
descansó en la última estación de tu canto.

Llegó la noche y seguí mirando
eran tus ojos negros más tibios que la noche.

Un esperma de candil lloro al cirio
Fueron tus lagrimas viajeras
mojando vetustos caminos.

Cayó tu velo azul y volviste a llorar
como reina de la noche
que a las doce campanadas
cierra incontenible sus pétalos.

Amaneció,
se despuntaron los albores
tú me despertaste sonriente
con un manojo de luceros y rosas
para mi corazón marchito.

Te marchaste presurosa gaviota
y luego regresaste por la tarde
asustada y sedienta
y dormido como tanto me encontraste
recogiste de mis manos en cruz
el último trigal de dulce cosecha.

Navegante entre lágrimas de diosa
lágrimas mirando el puerto más cercano,
lagrimas de brazo abierto que abanica
manojo de caricias con sueños de luna
y tibios besos.


Autor : Jorcaman

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